Guía de estilo

Los tejidos más vaporosos se unen a los detalles más elaborados, una alquimia de lujo, comodidad y seducción que permite crear conjuntos únicos. La tradición de los materiales y el proceso artesano es el comienzo. La imaginación desbordante de lo moderno, la clave para conseguir el ‘look’ perfecto.

CHICO

El hombre bohemio ha destacado siempre por llevar un estilo de vida desenfadado, con un enorme apego a la vida artística, a la cultura, a los placeres que lo suelen convertir en perfectos ‘bon vivants’. Eso sí, elige con cuidado cada prenda, cada tejido, y sabe combinarlas con acierto, con ese aire único e informal. Así su armario se llena de prendas que unen los patrones básicos con detalles de última vanguardia, y en la que los complementos tienen mucho que decir. Bufandas, fulares, pañuelos, cinturones, sombreros… es el toque definitivo para convertir el ‘look’ en una tarjeta de visita.

Una de las reglas de estilo de estos nuevos dandis es el apego por lo hecho a mano, que se aprecia en el gusto por vestir cómodos con piezas de calidad artesana. Así, el calzado se torna protagonista, con la elección de materiales que van desde lo orgánico, con algodones y espartos, a cueros resistentes curtidos con pasión.

CHICA

Pocos lugares inspiran este estilo como la isla de Ibiza. Sus calas de aguas turquesas y arena fina y blanca invitan a soñar y a desear un verano eterno. Un paisaje idílico en el que nunca sobran los vestidos vaporosos, las telas suaves confeccionadas con materiales naturales y diseños que saben unir como en ningún otro lugar tradición, comodidad y estilo. Es la moda de la artesanía, de la conjunción de lo básico con los detalles más modernos, ese toque que convierte a cada prenda en un ‘must have’ cómodo, alejado del aburrido fondo de armario; una filosofía que encaja a la perfección con la de marcas como Whiz o Páez, por ejemplo.

Así, no falta nunca un calzado tradicional y estiloso, que permita todo tipo de conjuntos, estilismos y colorido; y tampoco camisas de lino o algodón, en telas finas y que se tiñen con estampados preciosistas o bordados que subliman la feminidad de cada prenda. Es la moda de las que buscan un verano eterno, una sensación de paz única y palpable que les acompañe por la vía del arte y de la moda, de la poesía que invita a perderse por las calles de la isla mediterránea, pero también por el centro de París o Barcelona.

Vestir con inconformismo, huir de los encorsetamientos de los cánones clásicos (que para muchos es lo mismo incluso que uniformarse) no tiene por qué estar reñido con la elegancia. Apostar por prendas diferentes, que transmitan interés por las tendencias y por lucir perfectos, es el objetivo.

CHICO

El hombre que busca la elegancia en todos los momentos del día sabe que hay veces en las que lo más apropiado no tiene por qué ser lo más clásico. Hay espacio para todo, y también para el inconformismo, incluso cuando elegimos una americana, un blazer o un pantalón de vestir. Pero se trata de hacerlo con prendas cómodas que transmitan un aire divertido, relajado, cómodo y, sobre todo, diferente. Se impone un estilo en el que las tendencias más rabiosas y vanguardistas, no tienen cabida. Tampoco los riesgos, porque de lo que se trata es de elegir aquello que siempre les ha funcionado y estrenar prendas que demuestren que no les da igual lo que se pongan y que les encanta estrenar cada temporada unas cuantas piezas.

La elegancia se encuentra, especialmente, en el cuidado artesano que se pone en cada detalle. Se cuidan los remates, los ojales, los cinturones, la posición de los bolsillos... Se busca practicidad, pero sin recargar; cierto clasicismo, pero también originalidad. Para ello, la gama de color se amplía, así como los, desde los linos más finos a la lana más suave y gruesa. Es el mundo de Barbour, por ejemplo, con su toque británico.

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La mujer que busca la elegancia en todos los momentos de su día a día sabe que, en muchas ocasiones, lo más apropiado no tiene por qué ser lo más clásico. Hay espacio para todo, y también para el inconformismo, pero las prendas cómodas que pretenden transmitir un aire divertido, relajado, cómodo y, sobre todo, diferente. Así, se impone un estilo en el que las tendencias más rabiosas y vanguardistas, las que convierten a una firma en efímera, no tienen cabida. No busca arriesgar, porque busca aquello que siempre le ha funcionado y que nunca le falla, pero sí estrenar cada temporada prendas que se asociarán a los momentos más divertidos y personales de su diario.

La feminidad se aprecia sobre todo en los patrones, con diseños que entallan las siluetas y en los que los detalles tienen mucho que decir. Se cuidan los remates, los ojales, los cinturones, la posición de los bolsillos... Se busca practicidad, pero sin recargar; cierto clasicismo, pero también originalidad. Para ello, la gama de color se amplía, así como los materiales, que permiten todo tipo de tejidos, desde los linos más finos a la lana más suave y gruesa.

Es el momento para relajarse y disfrutar de lo que nos apasiona; y queremos hacerlo cómodos, pero sin renunciar a lo que está de moda. Apostamos por un estilo con mucho color y en el que los detalles tienen mucho que decir para conseguir conjuntos con espíritu ganador.

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Pocos estilos aseguran la comodidad como el deportivo. Es el que permite relajarse al ejecutivo, el que añade un toque desenfadado a una semana de lluvias y mal tiempo, el que permite evadirnos. Así, no es de extrañar que, al colgar el traje, muchos escojan este tipo de prendas, en el que el color es uno de los puntales: cada temporada se suceden rojos, burdeos, marrones, verdes… en una ruleta de colores que gira hasta el azul, luego al amarillo…

El hombre que elige vestir deportivo, aunque siempre sin renunciar a lo clásico, sabe apreciar un buen pantalón de pana y las posibilidades que ofrece vestir con una camisa desenfadada; de ahí que le encante Gant, Daniele Fiesoli o Barbour. Es el mismo que sabe que nunca falla un buen vaquero con una camisa bonita o un polo; el que pone el acento en la resistencia de los materiales, en los que abunda el algodón más firme. En definitiva, patrones básicos que aseguran una larga vida en el armario a cada prenda, que nunca pasan de moda y que invitan a despreocuparse y relajarse.

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Pocos estilos aseguran la comodidad como el deportivo. Es una elección que permite a las mujeres evadirse de la rutina, añadir un potente y apasionado toque de color en conjuntos en los que toda la paleta cromática está más presente. Así, no es de extrañar que cuando una mujer necesita estar relajada, sentirse a gusto en casa o en cualquier lugar, prefiera este tipo de prendas; que encuentra en firmas de calidad como Barbour o Gant.

Para mantener intacta la feminidad, los patrones de las prendas con inspiración deportiva apuestan por entallar las siluetas, al tiempo que huyen de cierres complicados y profusión de detalles complejos. Simplicidad, confort y modernidad se dan la mano en diseños básicos que aseguran una larga vida en el armario a cada prenda, que nunca pasan de moda y que invitan a despreocuparse y relajarse.

Lo cómodo y lo funcional no tienen por qué estar reñido con lo moderno. Estas prendas permiten desarrollar un estilo único a aquellos a los que les encanta vestir siguiendo las tendencias pero sin encorsetarse ante ellas ni renunciar a lo que realmente les gusta y nunca falta en su armario.

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Vestir informal sin perder de vista las últimas tendencias. Parece algo sencillo, pero es el reto al que se enfrentan con pasión los principales diseñadores de moda. Buscar el ‘look’ perfecto que sepa mezclar lo sencillo con la vanguardia es un desafío que trata de vestir a un hombre que busca inconformismo, funcionalidad y, sobre todo, comodidad; y todo ello añadiendo el toque moderno y elegante que no puede faltar en ninguna colección que pretenda marcar los dictados de la moda. Es el caso de Ben Sherman, Gant, Firetrap, Lyle & Scott... cuyas líneas parten de una filosofía siempre joven.

Aquí no hay espacio para básicos aburridos ni para estridencias que sólo tendrían cabida en una pasarela. Se trata de conseguir un conjunto original, en el que cada temporada se vayan sucediendo detalles, colores, siluetas... que sigan ‘enganchándonos’ a la moda. Es el ‘look’ de quienes se sienten satisfechos vistiendo con una elegancia clásica que no apabulla, el de los hombres que exigen estar siempre perfectos y acordes en todo tipo de momentos y lugares.

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Vestir informal sin perder de vista las últimas tendencias. Parece algo sencillo, pero es el reto al que se enfrentan con pasión los principales diseñadores. Buscar ese conjunto perfecto que sepa mezclar lo sencillo con la vanguardia es el bonito desafío que trata de vestir a esa mujer que busca inconformismo y practicidad, pero sin perder un ápice de feminidad y sin que falte el toque moderno y elegante que exigimos a toda colección que pretenda marcar los dictados de la moda. Es la mujer que elige Barbour, Belstaff, Gant... por su feminidad y calidad.

Aquí no hay espacio para básicos aburridos ni para estridencias que sólo tendrían cabida en una pasarela. Se trata de conseguir un conjunto original, en el que cada temporada se vayan sucediendo detalles, colores, siluetas... que sigan ‘enganchándonos’ a la moda. Es el ‘look’ de quienes se sienten satisfechos vistiendo elegantes en el día a día, sin barroquismos, el de las mujeres que exigen estar siempre perfectas sin importar dónde ni cuándo.

La moda se encuentra en continua evolución. Cada seis meses, e incluso antes, se refleja en las pasarelas; y el vestir clásico no es ajeno. Más pausada pero adaptándose a los nuevos tiempos, la tradición da un paso adelante y presenta una elegancia con detalles propios del siglo XXI.

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Uno de los falsos mitos del mundo de la moda masculina es que el hombre al que le gusta vestir clásico es, forzosamente, un aburrido incapaz de interesarse por la ropa y que va, como se suele decir, a tiro hecho, sin arriesgar ni preocuparse por lo que lleva. Nada más lejos de la realidad. El amante de lo clásico, de las líneas perennes y 100% masculinas, de la tradición y la elegancia de un buen traje, una camisa artesana, una corbata de siete pliegues y los complementos realizados por los mejores marroquineros es el mismo que sabe evolucionar y desarrollar su estilo personal con la mayor sutilidad. No suele repetir conjunto, se esfuerza en cambiar tonalidades, entallados, siluetas, materiales... Sólo una cosa se mantiene siempre inalterable: la máxima calidad que exige a cada pieza.

Es el mundo del ‘gentleman’, el caballero que escoge lo bonito por encima de lo rompedor; el de la elegancia bien entendida, que no tiene por qué ser sobria, pero sí acertada. No es de extrañar, por tanto, que apueste por firmas como Gant o Tenkey, con colores versátiles y paños en los que juega un papel importante la mezcla de texturas y la inclusión de prendas básicas que ejercen de comodín y permiten sentirse, en todo momento, perfectos.

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¿Por qué hay que aceptar que la mujer a la que le gusta vestir clásico es, forzosamente, una timorata incapaz de evolucionar? Nada más lejos de la realidad. La amante de lo clásico, de la tradición y la elegancia de un buen traje, una blusa rica en detalles, un bordado preciosista o los complementos realizados por los mejores marroquineros es la misma que sabe evolucionar y desarrollar su estilo personal con la mayor sutilidad. Son mujeres que siempre apuestan por lo femenino y que no suelen repetir conjunto, que se esfuerza en cambiar tonalidades, entallados, siluetas, materiales... Sólo una cosa se mantiene siempre inalterable: la máxima calidad que exigen a cada pieza, de ahí que encajen a la perfección con la filosofía de firmas como Tenkey.

Es el mundo de las grandes damas, que destacan siempre por saber escoger con tino lo bonito por encima de las modas. Su sentido de la elegancia, bien entendido, no tiene por qué ser sobrio, pero sí acertado. Para ello, se sirve de colores versátiles y paños en los que juega un papel importante la mezcla de texturas y la inclusión de prendas básicas que permiten sentirse, en todo momento, perfectas, femeninas y elegantes.

Las universidades de Estados Unidos, los colegios mayores de Irlanda, los ‘college’ de Reino Unido... Los jóvenes de la clase alta anglosajona crearon sin pretenderlo un estilo universal en el que reina lo deportivo, lo clásico y el color; y en el que no falta un toque de picardía.

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No importa que sea primera hora de la mañana de un martes o que esté tomando un café un sábado por la tarde. El chico ‘preppy’ se hace notar y le bastan tres prendas básicas y, sobre todo, una pose innata de seguridad y picardía. No pretende cambiarse varias veces al día de ropa, y aún así habrá concordancia y homogeneidad entre su conjunto para ir a clase o el que utilice en los entrenamientos del club de remo o de polo. Ha hecho suyos los colores de su Universidad y los sabe combinar con prendas clásicas, muy cómodas, que realzan su juventud gracias a un estilo que firmas como Gant o Barbour han sabido perfeccionar.

Abunda lo náutico, que se manifiesta al mezclar el azul marino con el blanco y los detalles en rojo, la lana gruesa con el algodón; pero también lo deportivo, el gusto por el verde oscuro, el celeste o el amarillo mostaza, los polos de rugby, la manga larga... No hay riesgos, pero no por ello faltan estampados divertidos y originales, prendas de color morado y grandes letras, logotipos y enseñas. Se trata de gritar al mundo que vivimos en un continuo ‘carpe diem’ y que nos encanta.

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La feminidad de la universitaria que se siente una mujer recién independizada en la carrera de la vida es el punto de partida de un look único. La chica ‘preppy’ combina como nadie piezas cómodas y estilosas, sabe que se acierta eligiendo los complementos perfectos, que bastan dos o tres piezas bien escogidas y un poco de maquillaje, que hay que dejar lo barroco para las citas marcadas en rojo en el calendario. Y todo ello con esa pose innata de seguridad y picardía propias de su juventud.

Abunda lo náutico, que se manifiesta al mezclar el azul marino con el blanco y los detalles en rojo, la lana gruesa con el algodón; pero también lo deportivo e incluso lo naïf, como se puede comprobar en colecciones de firmas como Gant. Así, abundan estampados divertidos y originales, así como otros más clásicos que recuerden que también saben ser unas ‘niñas buenas’ cuando hace falta. Un juego de seducción y coquetería con el que se trata de gritar al mundo que viven en un continuo ‘carpe diem’ y que les encanta.

La maestría de saber mezclar lo femenino con prendas deportivas, y que parezca un conjunto perfecto que ha surgido por casualidad. Así es quien viste con este estilo, en el que los complementos lo son todo: desde las gafas de sol a las zapatillas de deporte, cómodas y de lona a ser posible.

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Todo empezó el día que, por comodidad y las prisas, una chica decidió coger las ‘sneakers’ de su novio. Camisetas viejas, sudaderas básicas y shorts ultraceñidos hicieron el resto. O más bien lo empezaron, ya que fue el comienzo de un camino que permitió con originalidad y maestría unir un bolso de lo más ‘cool’ con una falda de estilo escolar y redondearlo con un pullover de entrenamiento. Para ello, además de una actitud muy segura, es necesario tener un buen número de complementos y dominar el noble arte de la elección de estampados: desde el clásico damero o el Liberty con sus pequeñas flores, a otros mucho más arriesgados en los que participen desde dibujos a siluetas en colores contrastados.

Es el estilo de firmas como Paez o Deha, que atrae a las que están al día en cuanto a moda y huyen de los conjuntos marcados de cabeza a los pies, a las que escogen con gracia cada una de las piezas y no se sienten encorsetadas ante las reglas ya caducas que dicen que no se pueden mezclar según qué prendas. Aquí hay cabida para un sombrero, un minishort o una camisa de tela vaquera. Imaginación al poder.